El viernes pasado, tuve una conversación que me hizo replantear algunos de los conceptos que daba por sentado. No solo fue inspiradora, sino que también me llevó a reflexionar profundamente sobre cuestiones que hasta entonces no había considerado.
La dualidad entre la innovación tecnológica y la regulación es un tema complejo que enfrenta dos fuerzas aparentemente opuestas. Por un lado, la innovación impulsa el avance tecnológico, permitiendo el desarrollo de nuevas herramientas, aplicaciones y soluciones que transforman nuestra sociedad a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, esta velocidad de cambio puede superar la capacidad de las leyes y regulaciones para mantenerse al día, generando un vacío en la protección de Derechos Fundamentales, como la privacidad y la seguridad de nuestros datos personales.
Por otro lado, las regulaciones son esenciales para establecer límites éticos y garantizar que el progreso no se realice a expensas de nuestra seguridad y bienestar. Pero un exceso de regulación o la implementación de normas demasiado rígidas podría frenar la innovación, limitando la creatividad y la capacidad de las empresas para explorar nuevas posibilidades.
Más allá de la creación de normas y el avance de las tecnologías, creo que lo realmente importante es que seamos conscientes de los riesgos que implica la gestión de nuestros datos y actuemos en consecuencia. La protección de los datos no debería ser una preocupación exclusiva de los legisladores o de las empresas, sino de todos nosotros. Informarnos, exigir transparencia y adoptar prácticas seguras son pasos esenciales que todos podemos dar.
Dicho esto, es innegable que una normativa adecuada es necesaria, especialmente para prevenir posibles abusos y malas prácticas. Un marco normativo actualizado puede actuar como una barrera ante aquellos que, con intenciones maliciosas, puedan explotar nuestras vulnerabilidades digitales. Si bien la regulación por sí sola no resolverá todos los problemas, es una herramienta clave para garantizar que tanto empresas, gobiernos y las personas actúen con la responsabilidad que la era digital exige.
Considero que es imperativo modernizar el marco normativo establecido hace 24 años con la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales. La ley, aunque fue pionera en su momento, hoy se enfrenta a un mundo digital radicalmente diferente, donde los riesgos para la privacidad y la seguridad han evolucionado enormemente.
Actualizarla no solo protegería mejor nuestros derechos, sino que también permitiría un equilibrio más adecuado entre la innovación tecnológica y la regulación, asegurando que el progreso no se realice a costa de nuestra privacidad. Es fundamental que avancemos hacia un marco legal que esté en sintonía con los desafíos y oportunidades de la era digital en la que vivimos.
Proteger nuestros datos personales es una responsabilidad compartida que requiere la combinación de una legislación sólida, instituciones efectivas y, sobre todo, una ciudadanía informada y proactiva. Solo así podremos asegurar que la innovación tecnológica avance sin comprometer nuestra privacidad.
¡Firma esta petición para hacer oír nuestra voz y asegurarnos un Futuro Digital Consciente para todos los Argentinos!