Todo esto surgió en una charla hace unos días con el Tatu. Me dijo que ante cualquier idea o proyecto que le presentara, él se ocuparía de decirme lo que pensaba con honestidad y pensamiento crítico. No para invalidar, sino para ayudarme a pensar mejor. En un mundo de afirmaciones automáticas y likes vacíos, esa actitud me pareció re sweetie. Me hizo preguntarme ¿cómo podríamos replicar ese tipo de diálogo honesto en nuestras interacciones con la IA?.
Las herramientas como ChatGPT transformaron cómo accedemos y procesamos información. Son veloces, versátiles y “colaborativas”. Pero en su afán por asistirnos tan rápido, suelen reforzar nuestras ideas sin oponer resistencia. Muchas veces, cualquier propuesta bien escrita será respondida con entusiasmo y validación, aunque esté incompleta, sesgada o equivocada. Esto podría ser un defecto de su diseño: los modelos simulan comprensión, no piensan como humanos, y están entrenados para ser útiles, no para desafiar.
Frente a esto, surgen nuevas tensiones: ¿estas herramientas de generación de ideas tienden a complacernos?, ¿cómo hacemos para no caer en un pensamiento acrítico?, ¿qué pasa si confundimos la validación automática con la verdad? con las preguntas no quiero desconfiar directamente de la IA, sino aprender a usarlas de forma que nos desafíen, que nos incomode cuando sea necesario.
Por eso diseñé una dinámica conversacional que llamé Modo Sócrates Crítico (por su siglas en español MSC). No es un botón mágico, ni un nuevo modelo, un simple prompt. Es una forma de dialogar para pedir explícitamente a la IA que actúe como un interlocutor exigente, que no confirme nuestras ideas de entrada, sino que las analice, cuestione, reformule y ponga a prueba. No para ganar un debate, sino para ayudarnos a pensar con más claridad y profundidad.
Está claro que necesitamos que nos motiven. Pero también necesitamos momentos de una crítica constructiva. Momentos donde una idea se refine porque fue desafiada, no aplaudida. En ese sentido, el MSC es una herramienta para recuperar el valor de la revisión y de la conversación con intención.
Todo esto que te cuento no es solo un ejercicio técnico. Es una invitación que te hago como humano. Porque incluso si la IA puede ayudarnos a pensar con más rigor, la verdadera decisión sigue siendo nuestra, ¿estamos dispuestos a ser cuestionados?, ¿estamos abiertos a que nos digan que podemos estar equivocados?. La inteligencia crítica no es algo que se delega: se cultiva, se ejercita, se vive.
Por eso, más allá de cómo configuremos la tecnología, lo urgente es no perder nuestra capacidad crítica como personas. En un entorno saturado de ideas optimizadas, de contenidos generados para agradar, mantener viva la posibilidad de la pregunta incómoda es una forma de responsabilidad. No alcanza con que la tecnología sea crítica. Nosotros también debemos elegir serlo.
Este modo de usar la IA no se trata solo de mejorar nuestras tareas diarias, se trata de no olvidar cómo pensar. De seguir eligiendo caminos exigentes, aun cuando los algoritmos nos ofrezcan atajos. La IA puede ayudarnos, sí, pero la voluntad de sostener la búsqueda de la verdad – con honestidad, profundidad y criterio – tiene que ser siempre una tarea humana.
Si después de toda esta perorata querés el prompt MSC, ingresa acá.