En los últimos meses, se viralizó a través de las redes sociales un nuevo fenómeno que captó la atención de adolescentes (y no tanto): el brainrot italiano. Se trata de una oleada de imágenes y videos generados con inteligencia artificial que combinan personajes absurdos con frases en un falso italiano, música electrónica acelerada y una estética saturada. Lo que parece un simple meme con colores estridentes y gritos sin sentido, en realidad forma parte de una tendencia global que ya acumula millones de visualizaciones en TikTok, Instagram y YouTube Shorts.
Para entender mejor de qué se trata, armé una guía para personas adultas que conviven con adolescentes, dónde intento explicar qué es el brainrot, quiénes son sus personajes más populares – como el famoso Bombardiro Crocodilo o la Ballerina Cappuccina – y por qué resultan tan atractivos para chicas y chicos. Lejos de tratarlos como tonterías, esta guía propone observar estos contenidos como nuevas formas de creación, humor y pertenencia.
El fenómeno no es solo un juego visual. Puede tener efectos sobre la atención, el lenguaje y el uso de la tecnología. Por ejemplo, el consumo excesivo de estos contenidos puede generar saturación mental o fomentar estereotipos de género, exacerbados por los propios algoritmos que seleccionan qué ver. Además, generar estas imágenes también tiene un costo ambiental: el uso de inteligencia artificial demanda electricidad, y muchas veces no somos conscientes de ese impacto.
Pero no todo son riesgos. También hay oportunidades. Muchos adolescentes se acercan a estas creaciones como un espacio para desarrollar habilidades digitales, explorar su creatividad y compartir códigos propios con sus pares. El brainrot puede ser una puerta de entrada a conversar sobre humor, lenguaje, estética, e incluso energía y consumo responsable.
Desde la guía propongo acompañar en vez de censurar: mirar juntos los contenidos, preguntar qué les divierte, qué quieren decir con eso que crean o consumen, y ayudarlos a diseñar prompts (instrucciones a la IA) más eficientes. Prompts más claros significan menos repeticiones y, por ende, menos consumo energético. Así, lo que parece un meme ruidoso puede convertirse en una conversación valiosa.
En definitiva, no se trata de entender todos los códigos virales, sino de estar cerca. Acompañar es también saber cuándo mirar, cuándo preguntar y cuándo simplemente compartir una risa absurda… con un cocodrilo bombardero que grita BOMBAAAARDIROOO.
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